Rhythm and blues, soul y gospel se encuentran en un disco que, a pesar de sonar como 1964, posee una energía y una pasión raramente hallados en las producciones más revivalistas. Y por encima de todo, la voz de Eli, puro Sam Cooke. "Es que es una música vibrante y joven. Es pura energía, por lo que no creo que jamás pueda ser retro, porque está conectada con un sentimiento que es demasiado emocionante para ser eso. Tampoco es revival, porque no estoy reviviendo nada. Estoy viviendo, soy demasiado joven para querer volver a revisar nada", responde este veinteañero amante de los trajes de piel de serpiente y los polos de punto.
La biografía de Eli está ligada a la historia de tres ciudades y a su sustrato musical. Nacido en Boston, hijo de un crítico musical quien le legó toda su colección de viejos discos de soul y blues, evitando así cualquier tipo de exposición del crío a la actualidad, Eli empezó a tocar la guitarra por unos pocos dólares en Harvard Square.
Tras terminar el colegio, encontró trabajo en una emisora radiofónica en Clarksdale, Misisipi. Pero cuando llegó allí, el puesto había desaparecido, así que se dedicó a recorrer, tutelado por el viejo batería Sam Carr, el circuito de bares de una ciudad que muchos consideran una de las mecas de la música negra. "Fueron tiempos muy duros", recuerda. "Estar solo, con 19 años, en una ciudad tan pobre y violenta como Clarksdale tocando en bares donde realmente debes luchar por ganarte la atención del público fue complicado, pero muy instructivo. Creo que logré absorber la esencia del lugar y sorprender a más de un escéptico. Salir de allí vivo, me dio mucha confianza".
Así, tras la aventura en el sur, Eli puso rumbo a Chicago. Con la maleta llena de viejos vinilos soul que compraba con el dinero ganado en los bares, el chaval fue en busca de Mitty Collier, la mítica cantante del sello Chess convertida hoy en pastora religiosa. "Le dije que era fan suya y que yo también tocaba música. Me invitó a probar su nuevo piano y le gustó lo que hice con él. Me nombró ministro musical de su iglesia". Y tras ser un blanco tocan…
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Rhythm and blues, soul y gospel se encuentran en un disco que, a pesar de sonar como 1964, posee una energía y una pasión raramente hallados en las producciones más revivalistas. Y por encima de todo, la voz de Eli, puro Sam Cooke. "Es que es una música vibrante y joven. Es pura energía, por lo que no creo que jamás pueda ser retro, porque está conectada con un sentimiento que es demasiado emocionante para ser eso. Tampoco es revival, porque no estoy reviviendo nada. Estoy viviendo, soy demasiado joven para querer volver a revisar nada", responde este veinteañero amante de los trajes de piel de serpiente y los polos de punto.
La biografía de Eli está ligada a la historia de tres ciudades y a su sustrato musical. Nacido en Boston, hijo de un crítico musical quien le legó toda su colección de viejos discos de soul y blues, evitando así cualquier tipo de exposición del crío a la actualidad, Eli empezó a tocar la guitarra por unos pocos dólares en Harvard Square.
Tras terminar el colegio, encontró trabajo en una emisora radiofónica en Clarksdale, Misisipi. Pero cuando llegó allí, el puesto había desaparecido, así que se dedicó a recorrer, tutelado por el viejo batería Sam Carr, el circuito de bares de una ciudad que muchos consideran una de las mecas de la música negra. "Fueron tiempos muy duros", recuerda. "Estar solo, con 19 años, en una ciudad tan pobre y violenta como Clarksdale tocando en bares donde realmente debes luchar por ganarte la atención del público fue complicado, pero muy instructivo. Creo que logré absorber la esencia del lugar y sorprender a más de un escéptico. Salir de allí vivo, me dio mucha confianza".
Así, tras la aventura en el sur, Eli puso rumbo a Chicago. Con la maleta llena de viejos vinilos soul que compraba con el dinero ganado en los bares, el chaval fue en busca de Mitty Collier, la mítica cantante del sello Chess convertida hoy en pastora religiosa. "Le dije que era fan suya y que yo también tocaba música. Me invitó a probar su nuevo piano y le gustó lo que hice con él. Me nombró ministro musical de su iglesia". Y tras ser un blanco tocando música de negros en el pueblo más negro de Dixie, Eli pasó a ser un judío no practicante tocando música religiosa en una iglesia evangelista. "Pero la raza o la religión jamás han sido un problema para mí. Jamás he sentido que estaba fuera de lugar. Todo el mundo veía cómo vivía la música y no si era blanco o judío, o lo que fuera".
Tras juntar a unos cuantos amigos para grabar unos temas durante el parón invernal universitario, Eli editó su primer largo, Walkin´ and talkin´ (for my abby) and other smash hits, una mezcla de versiones de clásicos oscuros y alguna composición propia. "Dos de los miembros de la banda me dejaron y pensé en abandonarlo todo y seguir con la universidad en serio, pero llegaron dos chicos nuevos con una pasión y un talento enormes y recuperé la confianza en mi música".
Mientras todo esto sucedía, el mundo giraba a su favor. El soul revival había llegado y, de pronto, Eli se encontraba con que su disco, destinado por definición a minorías selectas y algo nostálgicas, era celebrado por medios que hasta hacía poco sólo hablaban de esta música en su sección de obituarios. "Creo que sí es cierto que el éxito de cierta gente ha contribuido a que yo me haya podido dar a conocer más rápidamente, pero la verdad es que no formo parte de ninguna escena. Sólo quiero que la gente conozca mi música. Si gano dinero, haré lo de siempre: comprarme trajes y discos".
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