Gatos y palomas. Dos animales a primera vista antagónicos. Dos personalidades que pueden habitar en un mismo cuerpo. Dos polos opuestos que pertenecen a un mismo entorno que es la ciudad. La ciudad de subterráneo y cielo, de seres enfrentados que a su vez necesitan encontrarse. Una ciudad que puede ser muchas ciudades. Puede ser Madrid, Barcelona y también Buenos Aires. Eso es “Gatos y palomas”, el nuevo disco de Coti. Un álbum que gira en torno a las polaridades que plantea el título.
“En realidad responde a ese concepto y a miles de cosas más”, explica el artista acerca de su cuarto álbum, quizá su obra más esperada desde que alcanzara un rotundo éxito de ventas en nuestro país con “Esta mañana y otros cuentos” (2005), disco con el que superó las 300.000 copias vendidas. “Me gusta como suena el título “Gatos y palomas”. Tiene que ver con los enemigos que se hacen amigos, con los bichos de ciudad y con lo que somos nosotros, porque todos podemos tener un lado gatuno y otro volador. Las canciones del disco también podrían dividirse de ese modo. Las hay que son gatos y las hay que son palomas. Creo que a estas alturas puede hablarse de una naturaleza urbana, de una fauna que habita en las ciudades”.
A veces, cuando un artista vive un éxito rotundo, suele encontrarse con la disyuntiva de qué hacer a continuación. O mejor dicho, cómo hacerlo. No ha sido este el caso de Coti. “Me he sentido muy libre a la hora de hacer este álbum. El hecho de haber actuado mucho siempre te curte como músico y eso ha sido muy positivo. Además, nunca sentí que tuviera que igualar o superar lo anterior. Sabía que había mucha gente esperando este nuevo disco porque ya conocía mis canciones, y eso, aunque parezca contradictorio, me dio mucha libertad para seguir siendo el de siempre”.
El Coti de siempre es el Coti contundentes con una lírica que es hija del rock y del pop, de unas canciones que saben decir mucho en pocos minutos. Nacido en Rosario, en los 90 estuvo en un grupo de rock en su Argentina natal, Luz Mala, que llegó a contar con la producción del gran Litto Nebbia para su único disco. La década siguiente comenzó a surcarla como solista. “Coti”, aparecido en 2002, fue su carta de presentación en solitario. Le siguió “Canciones para llevar” (2004) y después, “Esta mañana y otros cuentos”, un álbum en directo donde repasaba sus mejores canciones aplicándoles un formato acústico y haciéndose acompañar por amigos como Julieta Venegas y Paulina Rubio, Ismael Serrano y el ex Ketama Josemi Carmona. Fue el álbum que le consagró tanto en España como en varios países latinoamericanos. Por él obtuvo el Premio Ondas en España y el Premio Gardel en Argentina. Pero sobre todo, las canciones de Coti lograron un reconocimiento popular más que merecido.
“Gatos y palomas” tiene los elementos esenciales de la música de Coti, la diferencia es que, de nuevo, todo está más polarizado. “El hecho de que el disco se grabara casi en directo en el estudio, acompañado de mi banda, influyó mucho en eso. Las canciones que son rock suenan más crudas y urbanas, conservan el sonido de directo del grupo, que es algo que siempre había perseguido. De este modo he podido mostrar mis verdaderas influencias y a la vez seguir yendo de un extremo a otro. Hay más rock & roll aquí, pero también más vuelo lírico, digamos que el rock es más rock y la fineza es más fina. También hay más letra y más poesía. Para mí es mi mejor álbum, aunque no sea muy distinto a los dos anteriores porque comparten una estructura similar”.
La polarización de las dos ciudades más importantes en la vida de Coti también marcan “Gatos y palomas”. Madrid y Buenos Aires. La nostalgia que cruza el Atlántico una y otra vez en ambas direcciones. “Ese sentimiento de nostalgia, ese vaivén emocional está muy presente en el álbum. Es una dulce melancolía que es muy tanguera y a la vez muy española y que tiene que ver con el hecho de añorar. Es un sentimiento que genera muchas cosas y este disco está plagado de ellas”. Como no podía ser de otro modo, “Gatos y palomas”se hizo entre Madrid y Buenos Aires. Se registró en Boadilla del Monte, Madrid, en los Estudios PKO, y se mezcló en Buenos Aires, en los Estudios Panda. Las fotos se hicieron allí también, con la cámara de David Sisso, editor de fotografía de la revista Rolling Stone en Argentina. Las fotos tienen que ver con el título, están hechas en tejados y azoteas, un espacio común para gatos y palomas. Los tejados en realidad no identifican a una ciudad en concreto, se parecen a los de Madrid, Buenos Aires, México DF, Bogotá...”
El disco ha sido producido por el propio Coti, y mezclado con Nigel Walker. Su banda (“son mis músicos y también mis amigos”, apostilla Coti) es la que participó en la grabación del disco: Matías Sorokin (guitarras eléctricas); Diego Olivero (piano y órgano); Matía Eisen (bajo); Marcelo Novati (batería); y Nicolás Nieto (guitarras eléctricas). Pero también ha contado con algunas colaboraciones especiales. Ariel Rot es el autor de los dos solos de guitarras que se escuchan en “Mi espacio” y “La burbuja de los 17”. Leo Sujatovich firma los arreglos y la dirección de cuerdas. Las partes orquestales están ejecutadas por La Orquesta de Cuerdas de los Tejados Porteños. La masterización se llevó a cabo en los históricos estudios Abbey Road de Londres. “Esa es una de las influencias más positivas del disco anterior, el poder darme ese tipo de lujos desde un punto de vista artístico como tener una orquesta de verdad con 18 músicos o poder trabajar en Abbey Road.
Así que esta es la historia de “Gatos y palomas”. Una historia de polos opuestos que a veces no lo son en absoluto, sino que más bien configuran la misma cara de una moneda o son las muchas caras de una figura poliédrica. Ciudades distintas que se cruzan en el destino, personajes que se encuentran y desencuentran con el amor y la sensualidad, extranjeros en tierras que nunca deberían resultarles tan extrañas, palomas acechadas por gatos, gatos que en el fondo sueñan con ser palomas.
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