EL DISFRUTE DE UNA CITA CON NANCYS RUBIAS por Boris Izaguirre
¡Adoro a las Nancys Rubias! Siempre que he estado cerca de ellos mi vida ha sido considerablemente más feliz. Todavía recuerdo el primer día que aparecieron oficialmente en nuestras vidas: en la sala Morocco, se apagaron las luces y salieron, con Mario Vaquerizo liderando, vestidos con chaquetas de cuero y medias negras, y hasta zapatos de tacón. El look fue shocksensacional, que es una palabra totalmente aplicable a las Nancys. Para mi era una especie de venganza, toda mi vida me habría encantado vestirme así, al menos una noche. Y allí estaban las Nancys con aquel himno primigenio que fue “Nancys Rubias... vestidas para matar”.
En ese mismo año vinieron a Crónicas Marcianas a actuar y todavía recuerdo el desconcierto de la mayoría de mis compañeros de trabajo, bastante talluditos ya en eso de dejarse sorprender, sobretodo porque no entendían muy bien en que sexo se movían las Nancys Rubias y eso me encanto. Porque las Nancys no son ni hetero ni gay ni nada, son todo eso y un poco mas y consiguen desnudar hasta en el moderno más irredento su autentica convencionalidad. Por eso las adoro y por eso también celebro el alcance mediático de Vaquerizo porque en ese alcance existe un éxito para todos los que nos dejamos llevar por un cardado y también impulso.
Otra cosa que me encanta de Nancys Rubias, más que las letras de sus canciones, casi siempre obras maestras del ingenio de Nacho Canut, y en especial en este nuevo disco, del dúo compartido con JC Moreno; es la manera en que cantan, como estiran ciertas palabras, como reacción o súper controlada o un pero bueno, que son frases más o menos comunes pero que ni Vaquerizo ni ninguna de las Nancys pronuncian de manera normal. Creo que allí radica mucho de su humor, nocturno, súper híper urbano pero que básicamente esta dispuesto a burlarse de todo, de si mismo, de los tics característicos de lo gay, lo supuestamente hip y lo recalcitrantemente hetero. En cualquier canción de las Nancys hay un guitarreo típico del punk-rock, pero al mismo tiempo unas letras que tienen ese sabor divertido, cariñoso del mejor pop español de los ochenta,…
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EL DISFRUTE DE UNA CITA CON NANCYS RUBIAS por Boris Izaguirre
¡Adoro a las Nancys Rubias! Siempre que he estado cerca de ellos mi vida ha sido considerablemente más feliz. Todavía recuerdo el primer día que aparecieron oficialmente en nuestras vidas: en la sala Morocco, se apagaron las luces y salieron, con Mario Vaquerizo liderando, vestidos con chaquetas de cuero y medias negras, y hasta zapatos de tacón. El look fue shocksensacional, que es una palabra totalmente aplicable a las Nancys. Para mi era una especie de venganza, toda mi vida me habría encantado vestirme así, al menos una noche. Y allí estaban las Nancys con aquel himno primigenio que fue “Nancys Rubias... vestidas para matar”.
En ese mismo año vinieron a Crónicas Marcianas a actuar y todavía recuerdo el desconcierto de la mayoría de mis compañeros de trabajo, bastante talluditos ya en eso de dejarse sorprender, sobretodo porque no entendían muy bien en que sexo se movían las Nancys Rubias y eso me encanto. Porque las Nancys no son ni hetero ni gay ni nada, son todo eso y un poco mas y consiguen desnudar hasta en el moderno más irredento su autentica convencionalidad. Por eso las adoro y por eso también celebro el alcance mediático de Vaquerizo porque en ese alcance existe un éxito para todos los que nos dejamos llevar por un cardado y también impulso.
Otra cosa que me encanta de Nancys Rubias, más que las letras de sus canciones, casi siempre obras maestras del ingenio de Nacho Canut, y en especial en este nuevo disco, del dúo compartido con JC Moreno; es la manera en que cantan, como estiran ciertas palabras, como reacción o súper controlada o un pero bueno, que son frases más o menos comunes pero que ni Vaquerizo ni ninguna de las Nancys pronuncian de manera normal. Creo que allí radica mucho de su humor, nocturno, súper híper urbano pero que básicamente esta dispuesto a burlarse de todo, de si mismo, de los tics característicos de lo gay, lo supuestamente hip y lo recalcitrantemente hetero. En cualquier canción de las Nancys hay un guitarreo típico del punk-rock, pero al mismo tiempo unas letras que tienen ese sabor divertido, cariñoso del mejor pop español de los ochenta, al estilo de los Dinarama.
Las Nancys Rubias parecen estar demasiado cercanas a la referencia musical. Creo que a ellas les da igual. Muchas veces me las imagino entrevistadas por Paloma Chamorro afirmando súper efusivas todo lo que ella les proponga, porque están encantadas simplemente con ser Las Nancys Rubias y que todo el mundo se tome tanto tiempo en querer describirlas a través de otros mitos. En este nuevo disco el sonido es muy de ellas, chicloso, loco, alborotado, romántico y cínico, y la imagen tiene mucho de Burlesque, ese genero de la revista que mezclaba absurdo, sexo y música como ningún otro oficio de la época victoriana. Ahí me imagino a las Nancys Rubias riendo en medio de la entrevista, soltando locuras: “Burlesque nos encanta como titulo para un disco. Viva el Burlesque” y zanjar la cuestión. El caso es que también, por su fascinación por las guitarras y ese ruido metálico de los amplificadores, es un lugar común referirse a ellos como hijos del Punk, aunque estoy seguro que preferirían que se les llamaran hijos del Pop-Punk. Habiendo iniciado su carrera con una estética muy Ramones, las Nancys Rubias ha seguido tomando prestado de grupos más curiosos y exquisitos como The Cramps o Sweet, al mismo tiempo que rescataban joyas de nuestra industria pop como “Sálvame” o apostaban y defendían nuevos valores actuales como la cantante Merche.
Con todo eso es inevitable no adorar a las NancysRubias. Asistí a un concierto en la sala Estudio 13 en Barcelona, donde llegaron tarde, subieron al escenario, afinaron guitarras y amplificadores y tocaron durante hora y media, incluyendo cambios de trajes, hasta la hermana de Vaquerizo que salía en lingerie y con un triangulo en la mano que tocaba como si se tratara de un instrumentos para descifrar el misterio de las pirámides. Cada movimiento de Vaquerizo en el escenario era una mezcla de Betty Page con Tom Jones.
Aquí vamos a disfrutar de “UNA CITA CON NANCYS RUBIAS” su último trabajo discográfico, uno de esos discos que de verdad te imaginas estar esperando en la puerta de la tienda o al lado de tu amigo súper enterado a que lo ponga en la primera fiesta. Como suele suceder con la literatura, si, porque es literatura, de Nacho Canut, cada letra es de obligatoria memorización.
PERO BUENO (I. Canut, Bazooka Nut) ya tiene a su favor la manera que tienen las Nancys de decir ¡Pero bueno!, como si de verdad las estuvieran estafando en el ultramarino del barrio; o vieran como un policía les conduce al soborno o un anciano les silba y levanta la falda para verles desnudos. Es el mejor ¡pero bueno! del mundo y es bailable hasta volverlo un pequeño himno de esas pequeñas injusticias de las que estamos hartos y no teníamos canción para expresarlo.
DI QUE SI (I. Canut, JC Moreno) es el hit del disco, sin duda, el más movedizo y otra vez con esa forma tan divertida, medio fastidiada y medio subyugada de decir las cosas. Las Nancys Rubias hablan del miedo a lanzarse a un compromiso, estirando todas las vocales posibles en frases como “Y no me vengas con un ¡Ay no se! Di que Yes, di que Da, que me quieres.” Yes, es si en inglés y Da, lo mismo pero en ruso, las antiguas potencias que dividían el mundo antes de la caída del Muro de Berlín. Mundos irreconciliables que las Nancys gustan de involucrar.
NADA MÁS (I. Canut, JC Moreno) es una declaración de principios, en los términos vitales de Nancys Rubias, un ligue, una noche loca, no es nunca más que eso: “Un divertimento, nada más que mi pasatiempo. Sólo es una ilusión, ciencia ficción, un tropezón, pan para hoy”. Es verdad que sin estas letras la mitad del humor de las Nancys se esfumaría, pero el placer de escucharlas, en un disco como este, es descubrir esa manera insolente, pasando de todo que tienen de cantar.
BINGO (I. Canut, JC Moreno) es la canción fetiche, la que los fans hard core del grupo, exigirán a gritos en los conciertos de aquí hasta cuando cumplamos todos 64 años y volvamos al Morocco pidiendo más Nancys Rubias. Es un delirio de canción, desde luego asumiendo delirio como lo más próximo al placer. Empieza ya marcando terreno:”Ni festivales, ni afters, ni chill-outs… Cantando bingo, volví a ganar…si esta racha sigue así... no voy a parar”. El bingo, como el humor siempre fluorescente de las Nancys, es lo mas español que hay. Más aun que la paella, y desde luego así comprendido por una banda post todo. No existe mejor forma de escuchar esta canción, que poniéndola otra vez, hasta convertir su estribillo en un padre nuestro.
GLAMAZONIA (I. Canut, Bazooka Nut) y yo, ya somos la misma cosa. Es decir, una canción, que arranca con esos ruiditos de selva disco, no puede ser más mi edad, mi forma de ver la vida, mi idea de superación. Hay un momento en que se habla de “bikinis, trikinis en tonos Tarzán y bolsos forrados de piel de caimán, con boas de plumas, serpientes pitón, zapatos de cebra con algo de tacón” que lo entiendo, así, con instinto animal. Están hablando del vestidor de alguien que conocemos, que a lo mejor somos nosotros mismos. Y ese alguien puede ir desde Alice Cooper hasta nuestra amiga que se ha instalado en Nueva York y tiene una selva en su armario. Ese momento en que la voz de Vaquerizo afirma: “las monas me aceptan y soy una ms” va directo a nuestro vocabulario de supervivencia para la segunda década del 2000.
AMANTE AUTOMÁTICO y QUIERO SER TU CHICO DIEZ (I. Canut, JC Moreno), son las canciones con mas guitarra y ganas de pelea del disco, ya entrando también en su ecuador. “Quiero ser tu chico diez” tiene toda esa ironía, rayana en lo cruel, hacia el consumo despiadado de cirugía estética en nuestras vidas. Cuando Vaquerizo la haga en el primer escenario que pisen, es pasta para una producción muy elaborada, luz de neón azul estilo sala de operaciones, grandes gestos de pantomima-botox, abuso absoluto del látex y jeringuillas voladoras. “Corta, pega y pon todo a tu gusto, abre, cierra, no creas que me asusto, Yo quiero ser tu chico diez, ser perfecto”. Si se quiere puede ser un tema espectacular para la segunda película de la saga de los vampiros adolescentes de Crepúsculo.
POR MI TE PUEDES IR (I. Canut, Bazooka Nut y F. Delgado) y CARNICERÍAS Y PELUQUERÍAS (I. Canut, Bazooka Nut) mantienen ese ritmo masculino, rebelde que permite crear una simbiosis entre lo macarra heterosexual y el inconformismo urbano y muy maquillado de lo gay vampirito como sólo las Nancys Rubias lo consiguen en nuestro panorama musical. En “Por mi te puede ir”s, una frase vaticina que “Desesperate, emborráchate, como puedes ver, no habrá otra vez” tiene como ese regusto por la tragedia y la exageración de los primeros amores y que a todos, hasta a los más veteranos nos encanta cantar a voz en cuello. “Carnicerías y peluquerías” vuelve a ofrecer ese humor antikriptonita del aburrimiento con ese mágico principio: “Soy el rey del consumismo, vivo para acumular, lo que valga da lo mismo, tengo mucho y quiero mas”. Una frase que a muchos sentara fatal en el primer año de mega súper ultra criiiiiiiiiiiiiiiiiiiisis mundial, pero que algún que otro ruso e indio, puede cantarse al espejo.
Con esto llegamos al COLI-COLI BANG BANG (I. Canut, Bazooka Nut) con sus aires de canción más propia de esas Beach Movies de los años cincuenta, donde chicos y chicas intentaban explicarse unos a otros con fatales resultados. Mi momento favorito es cuando, en la más pura estela del Rocky Horror Picture Show, Vaquerizo y las Nancys explican como bailar el Coli-Coli: “Gírate hacia mí, cógeme de aquí y mueve la cadera sin más, un pasito así, yo me acerco a tí y das media vuelta hacia atrás”. Porque toda la canción tiene esa atmosfera de baile en grupo, de Twister con peligro de orgía y pasote absoluto. Me encanta que dentro de ese juego de ingenuidades quede espacio para decir que el susodicho Coli-Coli Bang-Bang es un paso que “aprendí de viaje por Japón”.
EL VAMPIRO DEL ESPACIO (I. Canut, JC Moreno) es un hombre perdido, “cansado de vivir, y no poder morir, que muermo, eterno”. Le cansa viajar de un universo a otro y esta completamente actual en este despertar de vampiros que fascinan a adolescentes, treintañeros y cincuentones que se identifican con todo lo que hable de sangre, eternidad, perfectas condiciones y esa manera de comportarse “que no atiende a razones”. Aunque “odie repetir lo mismo y presentir que ya no hay nada nuevo que hacer” y vaya de “Marte a Plutón y de mal en peor”, este vampiro es también el excelente ojo que las Nancys Rubias mantienen con la actualidad.
Y entonces llega el gran final, con toda esa exhibición de techno feliz en su parte instrumental, MISS UNIVERSO CONTRA SANSONA (I. Canut, Bazooka Nut, JC Moreno), plantea un tema vital para Nancys Rubias: la lucha entre iguales por el mismo trofeo. Miss Universo es lo más mientras que Sansona es algo un poco mas ajado, olvidado, histórico, pero nadie puede negarles esa eterna rivalidad que tampoco nadie sabe my bien explicar en que está basada y cuando se originó. No importa, lo vital es que al fin habrá algo de emoción en el ring, que correrá esa boca-oreja propia de nuestra sociedad del espectáculo. “¿Qué no lo sabes? ¡¡¡Miss Universo contra Sansona!!!! No hay nada igual” Y en efecto, amigos, vale la pena estar allí, tanto a lado de la Miss Universo como de la Sansona, para convertir la vida en una pasión, tan sólo comparable con la experiencia de escuchar y disfrutar esta maravillosa Cita con las Nancys Rubias.
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