Enrique pertenece a una generación de disc-jockeys que emergieron en el Principado de Asturias en la década de los 90 en un momento en el que la música de vanguardia tenía gran fuerza y su máxima expresión se podía ver en los clubes de las ciudades más atrevidas. Entonces la escena era sólida pero pequeña. Aún así, el momento estaba lleno de posibilidades para alguien que quería dedicarse al arte del djing.

Siendo adolescente empezó a trabajar en la que con posterioridad se convertiría en su tienda de discos. Aquí entendió definitivamente el valor de la música y aquí creció su interés por difundirla. De pronto, las sesiones empezaron a ser regulares. Tal vez pura suerte o quizá su propuesta tenía valor. Da igual, ya estamos en el primer lustro del año 2000 y eso ahora no importa. Observando la contribución de grandes figuras del mundo DJ, como Mancuso o Levan, comprendió la importancia de la labor del DJ de fondo, el de sesiones largas, con esa escenografía y ese sentido artesanal y clásico de trabajar la música. No solo eso, entendió también lo que es el set & setting perfecto. En este punto, la búsqueda de ese estado se convertirá en una constante en cada una de sus actuaciones.

En cabina sin duda es un loco al que le apasionan las mezclas dub, las versiones extendidas y los discos de funk psicodélico, pero sus influencias no obstante se extienden más allá de géneros concretos. El jazz-rock, Nigeria y Hawaii, la música electrónica hecha en Japón, el techno cósmico y espacial, el avant-garde, el soul y la fusión son algunos estilos por los que siente interés.

En 2008, ansioso por mostrar un modelo de entretenimiento diferente, funda Promodiscopy. La iniciativa pretendía ser una propuesta que rescatase el sudor del baile, y que fuera excéntrica a su vez. Hoy, sin embargo, el proyecto se ha convertido también en una pequeña ventana desde donde poder dirigirse al mundo. En la actualidad, son muchos los proyectos vinculados al mundo de la música, el arte y el entretenimiento donde Enrique colabora.

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La aventura culminó con la publicación de un single en una discográfica regional, no en vano, dando paso a una fase de incursión en la escena de clubes y discotecas.

Atraído en un principio por los ambientes alternativos o chill-out, donde la música era tal vez más orgánica y poseía parte de la esencia del pasado, su interés se centraba entonces en el acid-jazz, los ritmos rotos y el house más acústico. Entonces ocurrió algo. Una concatenación de circunstancias, juegos de amor, superación y progreso lo llevaron a Gijón a lo que fue su residencia más importante en la sala Rocamar. Una reacción en cadena que duro justo hasta su clausura en 2003.

En lo musical, se podría decir que fue un ferviente seguidor de Guidance Recordings y Spiritual Life Music cuando aún estaban facturando sus primeras referencias. Como es de esperar, un DJ con actitud nunca se queda ahí. Sus sesiones son ahora más atrevidas y tan amplias como para no dejarse nada fuera: lo de Chicago y Detroit, el techno dub, la música funk, el italo y el disco más selecto.

Hoy, después de tanto tiempo, sigue ejerciendo su labor de disc-jockey con la pasión del día uno, colabora con Promodiscopy y está ocupado resolviendo asuntos pendientes con viejas máquinas de ritmo.

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